La piedra de luna es una «piedra de los nuevos comienzos».

Como su nombre sugiere, está fuertemente conectada con la Luna y con la intuición.

Es una piedra reflexiva y nos recuerda que, como l a Luna crece y mengua, todo forma parte
de un ciclo de cambios. Su efecto más poderoso es el de calmar las emociones.

La piedra de luna hace consciente el inconsciente y activa la intuición y la empatía. Fomenta el sueño lucido, especialmente en luna llena.

Esta piedra ha sido usada tradicionalmente para potenciar las capacidades psíquicas y desarrollar la clarividencia’.

Psicológicamente, la piedra de luna calma las reacciones excesivas ante situaciones y los detonadores emocionales. Está llena de energía receptiva, pasiva y femenina. Equilibra las energías masculinas-femeninas y ayuda a los hombres que quieren ponerse en contacto con su lado femenino. Es el antídoto perfecto para el hombre excesivamente macho o para la mujer excesivamente agresiva.

Mentalmente, la piedra de luna abre la mente a impulsos repentinos e irracionales, a la «casualidad significativa» y a la sincronicidad. Hay que tener cuidado de que no induzca ilusiones en respuesta a nuestros pensamientos teñidos de deseos.
Emocionalmente, la piedra de luna alivia la inestabilidad emocional y el estrés, y estabiliza las emociones. Mejora la inteligencia emocional. Puesta sobre el plexo solar, expulsa los viejos patrones emocionales para que puedan ser comprendidos y disueltos. La piedra de luna proporciona una profunda curación emocional y cura los desordenes de la parte alta del tracto digestivo relacionados con el estrés emocional.

Físicamente, la piedra de luna afecta poderosamente al ciclo reproductor femenino y alivia las dolencias relacionadas con la menstruación. Está vinculada con la glándula pineal y equilibra el sistema hormonal, estabiliza los desequilibrios de fluidos y sintoniza con el reloj biorrítmico.