Recientemente descubierto, el larimar es una de las «piedra espirituales» que se abren a nuevas dimensiones, estimulando la evolución de la Tierra. Irradia amor y paz, y fomenta la tranquilidad. El larimar induce sin esfuerzo un profundo estado meditativo. Eleva la conciencia de manera natural, y armoniza cuerpo y alma a las nuevas vibraciones.

Espiritualmente, otorga fortaleza, disolviendo los limites espurios que constriñen al yo espiritual y guiando al alma hacia su verdadero camino en la vida.

Es una piedra excelente para aquellos que buscan al compañero de su alma, y facilita la curación de las relaciones de vidas pasadas o de los traumas del corazón.

Psicológicamente, el larimar retira los bloqueos y constricciones autoimpuestos. Disuelve las conductas de auto sabotaje, especialmente la tendencia al martirio y ayuda a asumir el control de la propia vida. Es particularmente útil para aliviar la culpa y disipar el miedo. Cuando se atraviesan periodos de estrés y cambios inevitables, permite afrontar los desafíos con ecuanimidad.

Mentalmente, el larimar aporta serenidad, claridad y pensamiento constructivo. Estimula la creatividad y anima a «seguir el flujo».
Emocionalmente este cristal genera calma y equilibrio. Es un antídoto de los extremos emocionales y mejora los desordenes bipolares. Sana los traumas del corazón y reconecta con el espíritu juguetón y la energía alegre de la infancia.

Siendo una piedra sanadora de la Tierra, conecta con la energía de la diosa-tierra, ayudando a las mujeres a sintonizarse con su feminidad innata y restaurando su conexión con la naturaleza. Puesta sobre la tierra contrarresta los desequilibrios de la energía telúrica y las tensiones geopáticas.