El aguamarina es una piedra de coraje. Sus energías calmantes reducen el estrés y relaja la mente. Armoniza su entorno y protege contra la polución. En tiempos pasados, se creía que contrarrestaba las fuerzas de la oscuridad y procuraba el favor de los espíritus de la luz. Era llevada por los marinos como talismán para no ahogarse.

Psicológicamente, la aguamarina es afín a las personas sensibles. Tiene el poder de invocar la tolerancia de los demás. Supera los juicios, da apoyo a quienes se sienten abrumados por la responsabilidad y favorece la toma de responsabilidad por la propia vida. Crea una personalidad recta, persistente y dinámica. Puede romper viejos patrones derrotistas. La aguamarina calma la mente retirando los pensamientos accidentales.

Filtra la información que llega al cerebro y clarifica la percepción, afila el intelecto y aclara la confusión. Por su capacidad de llevar los asuntos inacabados a su conclusión, resulta útil para cerrar procesos a todos los niveles. Aclara la comunicación bloqueada y favorece la autoexpresión. Esta piedra es útil para entender los estados emocionales subyacentes e interpretar como te sientes. Alivia los miedos e incrementa la sensibilidad.

Espiritualmente, la aguamarina agudiza la intuición y provoca clarividencia. Es una piedra maravillosa para meditar, pues invoca elevados estados de conciencia y espiritualidad, y anima a servir a la humanidad.

El aguamarina protege el aura y alinea los chacras, limpiando el chacra de la garganta y trayendo comunicaciones de los planos superiores. También alinea los cuerpos físico y espiritual.